María José Marcos

Hermana hospitalaria del Sagrado Corazón de Jesús.

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Acompañamiento de jóvenes drogadictos – Comunidad Cenáculo

Organización fundada el 1983 por la madre Elvira que a través de la oración, el trabajo, la vida comunitaria y el acompañamiento ayuda a jóvenes enganchados a la droga a rehacer su vida. Sin pretender ser un método infalible, son muchísimos los jóvenes de todo el mundo que han salido de la droga, han encontrado a Dios y algunos hasta han entrado al Seminario y son ahora sacerdotes, gracias a las comunidades del Cenáculo.

Actualmente están en varios países del mundo y tienen dos comunidades en el país.

Acompañar la enfermedad – Hermanos de San Juan de Dios

Cada curso los hermanos de San Juan de Dios organizan un voluntariado de un trimestre para jóvenes de bachillerato de colegios religiosos granadinos, en el cuál visitan enfermos y les acompañan. Se da una formación sobre cómo acompañar en la enfermedad, hay un seguimiento y una puesta en común con los jóvenes voluntarios. Muchos destacan que ha sido una de las experiencias más duras y bellas que han vivido.

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Acompañamiento afectivo-espiritual de jóvenes (trabajo con AMS) – Renovación Carismática Católica. 

Desde la Renovación carismática detectaron hace años la necesidad de un acompañamiento afectivo de los jóvenes, realizado por laicos, que complementara el estrictamente espiritual. Cada vez son más los jóvenes que muestran una gran fragilidad afectiva, y llegan llenos de heridas que dificultan su capacidad de amar. Entre los aspectos que se trabajan está la atracción hacia personas del mismo sexo (AMS) conscientes de que esta realidad afecta a muchos jóvenes cristianos y no siempre sabemos acompañarla. Ofrecen pistas de cómo realizan su labor.

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Acompañante

Desde un acompañamiento en el que se descubre el regalo del silencio, sin llenar cada momento difícil con palabras, escuchando con el corazón estando presente ante el dolor del otro sin robarle su dolor.

Acompañado

Caminar a su lado haciendo del acompañar una presencia real del Misterio, conociendo los ritmos prudentemente,  comprendiendo, y desde el arte de esperar de Dios, en la capacidad del corazón que hace posible la proximidad sin la cual no existe un verdadero encuentro.