Santa Teresa nació en la ciudad de Ávila el 28 de marzo de 1515 en un hogar muy cristiano donde aprendió a rezar junto a su madre, y practicar algunas devociones, como el rezo del rosario, y también a leer y escribir, algo excepcional en una sociedad de analfabetos, especialmente entre las mujeres. La lectura de vidas de santos excitó su imaginación hasta desear ser mártir para gozar de Dios pronto y “para siempre”. ¡Buen lugar la familia para la trasmisión de la fe y de la cultura! Huérfana de madre a los 13 años, pidió a la Virgen María que hiciera sus veces y experimentó su protección toda su vida.

En su adolescencia, a la edad de 13-17 años, llenó su orfandad con la compañía de amigos y amigas que enfriaron sus fervores de niña, al mismo tiempo que experimentaba los primeros amores, tronchados en flor por su padre al mandarla como educanda interna a un convento de monjas agustinas en Ávila, Santa María de Gracia. Cuando a la edad de sus 50 años revise ese pasado en su Autobiografía

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