¿Has conseguido parar el tiempo?

María Rodríguez García

¿Alguna vez has experimentado que has perdido la noción del tiempo? Sí, esa sensación en la que ves amanecer y de repente, sin darte cuenta está anocheciendo… Eso mismo ocurrió el pasado 3 de octubre para la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Ávila.

Con el calzado preparado y con las mochilas rebosantes, no sólo de agua y comida, sino de Fe, fuerza y alegría, los jóvenes de la diócesis pasaron su sábado peregrinando entre San Esteban del Valle y Arenas de San Pedro, pasando por la Ermita de la Virgen de la Puebla. Qué manera de pasar un fin de semana, ¿verdad? ¿Cuántas cosas no se habrán perdido estos “pobres” chicos del mundo por ir a un evento como este?

Quizá la pregunta debería ser: ¿Y qué han ganado? ¿Por qué no?

Cuántas veces malgastamos el tiempo en las trivialidades de lo cotidiano. Cuántas veces hemos dicho “ahora voy” o “ahora lo hago” y finalmente, lo hemos tenido que dejar para otro momento porque, de manera literal, el tiempo corre y no nos hemos dado cuenta. Las manecillas siguen siempre el mismo ritmo y es cosa nuestra que seamos conscientes de su melodía o la ignoremos.

Como lema de la peregrinación, se eligió: “Siguiendo las huellas de San Pedro Bautista y San Pedro de Alcántara”. Dos santos de pies inquietos, que se lanzaron al mundo y que, para los más de setenta jóvenes que acudimos a la marcha, nos sirven de ejemplo para el día a día, y más en los tiempos tan duros que estamos viviendo con la crisis del COVID-19. Virus que por supuesto, hizo adoptar las medidas necesarias para llevar a cabo la actividad: permisos de las autoridades, pequeños grupos de diez personas, manteniendo las distancias de seguridad entre grupo y grupo y entre los participantes junto con el hidrogel y mascarillas en los más de 15 kilómetros de recorrido.

Ambos santos citados anteriormente no tuvieron miedo de “perder el tiempo” en lo que verdaderamente importa. Hay alguien, al que tu perfil de Instagram o Facebook le da lo mismo, porque además de conocer con lo que postureas, también sabe lo que escondes, lo que necesitas. Hay algo, que siempre está dispuesto a decirte que no te avergüences de quién eres. Nadie te conoce mejor que Él. ¿No crees que estaría bien cuidarlo y corresponder a su atención?

Esto mismo hicieron San Pedro Bautista y San Pedro de Alcántara: amar hasta el extremo. Caminar por el sendero del querer más profundo y enseñarte que sí, que tú también eres amado. No merece la pena tirar las horas en algo que no lleva a nada. Este hecho, no sólo quedó grabado en la catequesis y en la Eucaristía que pusieron el broche final a la peregrinación, también constó durante cada palabra compartida, cada sonrisa, cada ánimo y ampolla de todo el trayecto recorrido.

Conociendo y compartiendo en cada paso; cantando y bailando para amenizar la dificultad del camino; tomando la mano al más débil; caminar al lado del que más lo necesita; el silencio y la reflexión; la montaña; las higueras; el sol; las nubes; el aire… Todo ello como mejores acompañantes de todos los “Zaqueos” que salimos al encuentro del que más nos quiere. Constantes de sol a sol.

¿Alguna vez has experimentado que has perdido la noción del tiempo? Esa sensación de volar. De poder decir “se me ha echado el tiempo encima” o “no he parado en todo el día”. ¿Alguna vez te has metido en la cama después de un día intenso, con las piernas cansadas y los ojos caídos, y has sonreído porque ha merecido la pena? Eso ocurrió en Ávila el sábado: el reloj hacía tic tac y ni siquiera nos dimos cuenta.